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¿Por qué la alquimia desapareció y la astrología permanece? Lorenzo Hernández

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La astrología es una de las pseudociencias más conocidas. Diariamente, aparecen  horóscopos en prensa y en televisión abundan los programas donde, con unas simples cartas, un personaje bastante excéntrico intenta adivinar tu futuro incierto. La alquimia es menos conocida y quien la conoce seguramente es por el estudio de la historia de la química. Aunque la alquimia adopta muchas formas, en la cultura popular es citada con mayor frecuencia como el proceso usado para transformar plomo (u otros elementos) en oro. Otra forma que adopta la alquimia es la de la búsqueda de la piedra filosofal, con la que se era capaz de lograr la habilidad para transmutar oro o la vida eterna. Por cierto, ya podemos transformar un metal cualquiera en oro a través de reacciones nucleares, pero resulta más caro que buscarlo en la naturaleza.

Ambas pseudociencias son milenarias y en ocasiones, como en Occidente, estuvieron relacionadas. Tradicionalmente, cada uno de los siete cuerpos celestes del sistema solar que conocían los antiguos estaba asociado, ejercía el dominio sobre, y gobernaba un determinado metal.

La diferencia entre ambas es que la alquimia tiene un trasfondo material (conseguir oro o vivir más años) mientras que la astrología es más psicológico.

El ser humanos siempre ha intentado explicar el porqué de las cosas y, hasta que no apareció la ciencia, tuvo que conformarse con mitos y creencias. Al aparecer la ciencia, muchos de esos deseos humanos han sido resueltos, como el de enriquecerse o el de vivir más años. El capitalismo, la medicina y la higiene, han resulto este deseo y, por tanto, la alquimia hoy día no cumpliría ninguna función. La química enterró a la alquimia pero la astrofísica no ha podido derrotar a la astrología, más que nada porque lo que pretende la astrología es imposible.

Aunque la astrología en mucho más antigua que la física, puede que en sus inicios la física reforzara, sin pretenderlo, los argumentos astrológicos.

Cuando Galileo y Newton (junto a los demás gigantes que Newton mencionó) pusieron las bases de la ciencia tal y como hoy la concebimos, se creó la idea de que sabiendo las condiciones iniciales de un sistema y conociendo las ecuaciones matemáticas que la describen se podía predecir perfectamente la evolución de dicho sistema. Así, científicos como Laplace llegarón a afirmar que:

    Podemos mirar el estado presente del universo como el efecto del pasado y la causa de su futuro. Se podría concebir un intelecto que en cualquier momento dado conociera todas las fuerzas que animan la naturaleza y las posiciones de los seres que la componen; si este intelecto fuera lo suficientemente vasto como para someter los datos a análisis, podría condensar en una simple fórmula el movimiento de los grandes cuerpos del universo y del átomo más ligero; para tal intelecto nada podría ser incierto y el futuro así como el pasado estarían frente sus ojos.

A esto se le llama el paradigma determinista. Algunos sistemas simples son deterministas y son los que en su mayor parte se estudian secundaria: un satélite dando vueltas alrededor de la Tierra, una pelota que cae en un campo gravitatorio, etc. Pero pronto, los científicos se percataron de que si teníamos en cuenta un sistema tan sólo con tres cuerpo era imposible saber la evolución de dicho sistema con exactitud. Es lo que se conoce como el problema de los tres cuerpos de Henri Poincaré.

Hoy día, sabemos que el sistema solar, aunque aparezca en los libros como un sistema estable donde los planetas se mueven por órbitas precisas y donde son aplicables las leyes de Newton, es un sistema caótico. Muchos fenómenos naturales (casi todos) son caóticos, es decir, podemos predecir el comportamiento global pero no los detalles de su evolución. Además, un pequeño error en la medición de las condiciones iniciales nos producirá un cambio radical en la predicción. El sistema caótico por excelencia es el tiempo atmosférico o el clima.

La física ya no vive en la idea de poder conocer con precisión el futuro, excepto en sistemas realmente simples, y parece seguro (aunque nunca digas nunca) que no podremos llegar a ese nivel de conocimiento. Por tanto, la física no podrá cumplir el sueño de la astrología y es casi seguro que tendremos astrología por muchos más años aunque sus argumentos sean una y otra vez destrozados por la ciencia.

El mejor sistema que tenemos de conocer el mundo de manera objetiva es la ciencia, y esta nos vende incertidumbres y dudas, algo que a ninguna persona desea. Todos queremos saber si nos curaremos de una enfermedad o cuándo se producirá la siguiente riada o terremoto… Hasta que la gente no se eduque en que las certezas que nos venden los pseudocientíficos y demás charlatanes no existen, no acabaremos con esta plaga.

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