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Gitanas hechiceras de Granada

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Las gitanas de la buenaventura vienen de muy antiguo · Expertas en embaimientos y alcahueterías, prometen novios ricos y esposas guapas · Cetonia era de Alhama y Rita de GuadixEste tipo de prácticas no era exclusivo del mundo gitano; las encontramos entre castellanos tanto seglares como religiosos y entre muchos moriscos que se entremezclaron con la población gitana


"Dicen que son hechiceras / todas las de tu nación", advierte Cervantes en La Gitanilla. Y cita a una hechicera granadina de Alhama, de nombre Cetonia, en Los Trabajos de Persiles y Segismunda.

Se las vincula a supersticiones, hechizos de atracción y repulsión, brujería, magia negra, mal de ojo, ligaduras, quiromancia, fisiognomía, sortilegios curativos y demás prácticas esotéricas. Expertas en embaimientos, con una altísima dosis de camelo, fueron las habilidosas gitanas granadinas perseguidas luego por la Inquisición e inculpadas de herejes y estafadoras.

Este tipo de prácticas no era exclusivo del mundo gitano; las encontramos entre castellanos tanto seglares como religiosos y entre muchos moriscos que se entremezclaron con la población gitana para no ser desterrados de Granada.

No eran bien vistos los gitanos; tanto los Reyes Católicos en 1499, como Carlos V en 1539, Felipe II, Felipe III y Felipe V firmaron Pragmáticas de expulsión y castigo, tachándolos de ladrones y malos cristianos. Algo más benevolente fue Carlos III, que en 1783 promulga una pragmática en la que dice que los gitanos no procedían de raíz infecta sino que eran ciudadanos normales.

Pero fueron muy perseguidos por la Inquisición y así lo hemos leído en la obra La Inquisición y los gitanos de María Helena Sánchez Ortega. En las listas se repiten con frecuencia los apellidos Cortés, Heredia, Maya, Montoya, Santiago, Vargas.

Era costumbre marcar a los condenados cortándoles una oreja, haciéndoles una marca en la mejilla o tatuando en el brazo el nombre de la ciudad en la que cometieron delito.

Hemos entresacado algún curioso caso de los muchos estudiados en el antiguo Reino de Granada por el historiador Martín Soto. La primera gitana procesada, Mari Hernández, lo fue por hechicera, alcahueta y asesina. Otra, Rita de Torres era de Guadix, tenía 26 años y una oreja cortada. Su especialidad era la hechicería y su arte estaba en engañar al incauto asegurándole que tenía bajo su casa un tesoro escondido Así embaucó a la pobre viuda de 45 años Feliciana Rodríguez pidiéndole dos pesos para unas velas que alumbraran el lugar. Diego, el hijo de Feliciana, advirtiendo la estafa la denunció a la Inquisición. En otra ocasión la tal Rita aconsejó a Rosa de Nájera, que quería matar a su marido, que le preparara un hechizo contaminado de carbunco y así la muerte fuera más rápida. Y para que tuviera nuevos amores le regaló un hueso de gato negro. Le cobró nueve pesetas, no obtuvo ningún éxito y fue denunciada. Pero como la gitana estaba embarazada de cinco meses, la Inquisición le perdonó las penas de tormento.

Hoy, trescientos años después, las encontramos sobre todo en el barrio que me vio nacer; junto a la Capilla Real o en la puerta de la Catedral, con sus ramitos de romero, regalando al oído mil promesas de buenaventura que dicen estar escritas en la palma de la mano.

A las mozuelas prometen novio, a las casadas hermosos hijos, a los muchachos esposas guapísimas y a los mayores riquezas. Juegan a sicólogas mirando más los ojos que las líneas de las manos y piden luego unos billetes porque las monedas traen mal bajío; palabra que deriva del antiguo término romanó-kaló bahí que significa buenaventura. Como quiera que el billete más barato es el de 5 euros, la petición no está mal hecha.

Hay que ver las caritas de alegría que se les van poniendo a los guiris cuando les dice una gitana que tendrán hijos muy listos o que pronto serán millonarios. Si el cliente no traga, vienen ya las maldiciones al payo: "permítalo Dios que…"

Resulta simpático vivir en Granada y, si puedes, ayuda a la gitana porque es pobre pero no tonta. Lo dice Cervantes, no hay gitano necio, ni lerda gitana, que la vida les enseña en una hora lo que habían de aprender en una semana.

José Luis Delgado / Granada

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