Velas color rojo y otra blanco , ritual para el amor

En varias ocasiones hemos traido a nuestro blog distintos rituales donde las velas juegan un papel preponderante. Las velas son excelentes conductos para llevar a cabo un ritual, siempre teniendo en cuenta que dichas velas estén consagradas, y que sean las del color apropiado, es decir, el recomendado por la persona que dicta dicho ritual.
Y esto es así porque cada color tiene una función específica en los rituales y conjuros: rojo para el amor, verde para prosperidad, embarazo y deseo de cosas buenas, naranja y amarillo para dinero, trabajo y negocios, blanco para la pureza, violeta para meditar y para reforzar o expresar la fe, azul para activar la memoria y para que una persona amada que se encuentre lejos nos recuerde, oro y plata para prosperidad y riqueza.

Hoy en concreto vamos a centrarnos en un ritual de velas donde son dos los colores que juegan un papel especial: por un lado el rojo, y por otro el blanco. El contraste del rojo pasión con el blanco pureza van a determinar que sea éste un ritual original y a la vez con fuerza, equilibrando la balanza y no dejando que domine ningún color sobre el otro. (Si fuera al contrario, ese desequilibrio no permitiría que el ritual funcionara al cien por cien.

Tomamos dos velas consagradas, una de color rojo y otra blanco. Las ponemos unidas a lo largo, atándolas con dos cintas unidas, una roja y otra blanca. Las cintas deberán tomar todo el largo de la vela, hasta que lleguemos al final de las mismas, haciendo un nudo doble. Estos dos nudos simbolizan a las dos personas. Antes de prender las velas, pondremos a su lado dos fotografías, una nuestra y otra de la otra persona, poniendo en el reverso de cada una de ellas el nombre del otro enamorado (es decir, en la nuestra el nombre del otro y en la suya, nuestro nombre). Meditaremos unos momentos delante de las velas y las fotografías en el anhelo de reforzar ese amor. Luego quitaremos las cintas y prenderemos ambas velas, esperando hasta que se consuman. Las cintas las guardaremos junto con las fotografías dentro de un saquito y, a su vez, en un sitio seguro donde sabemos que nadie va a tocar. Es un ritual que ha de realizarse los martes por la noche, y se puede repetir tantas veces como se desee.

Carmen 
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