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Hechizos orientales

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Desde tiempos inmemoriales el hombre creyó que era conveniente resguardarse de fuerzas invisibles negativas que podían perjudicarlo. En las culturas de Oriente encontramos variados rituales mágicos con este fin.


La creencia en los espíritus malignos y en su capacidad para influir en las vidas de la gente se remonta a los tiempos prehistóricos. Muchos pueblos primitivos creían que los demonios dominaban todos los elementos de la naturaleza. Los espíritus malignos o demonios eran los espíritus de los antepasados que traían la desgracia a la gente. Las sociedades que practicaban el culto a los antepasados pretendían influir en las acciones tanto de los buenos como de los malos espíritus. Algunas sociedades de la antigüedad, como las de Egipto y Babilonia (hoy Irak), creían que estos espíritus dominaban las funciones del cuerpo humano y que provocaban ciertas enfermedades. Los espíritus y los seres demoníacos tuvieron una gran importancia en el hinduismo, la religión de la India. En las escrituras hindúes, llamadas Vedas y escritas alrededor del año 1000 a.C., se describen diversos seres malignos, como los asuras y los panis, que hacen daño a las personas y se enfrentan con los dioses hindúes. La palabra demonio, del griego daimon, se refiere a unos seres dotados de poderes especiales y situados entre los humanos y los dioses. Estos seres tenían la capacidad de mejorar las vidas de la gente o de ejecutar los castigos de los dioses. En la religión islámica también aparecen numerosos demonios. Las escrituras musulmanas describen a un grupo de ellos llamados jinn, que causaban la destrucción y presidían los lugares en los que tenían lugar actividades malignas. El primer jinni fue Iblis, expulsado por Alá por negarse a venerar a Adán, el primer hombre. Aunque cada religión instauró estrategias “socialmente aceptadas” para protegerse de estos males, los pueblos también han ido transmitiendo de generación en generación costumbres asociadas a lo pagano y esotérico, ritos basados en la Magia para ahuyentar la negatividad, o bien transformarla en su favor, pues recordemos que no hay mal que por bien no venga. Estos saberes populares tienen un gran atractivo, aún para los eruditos de las Ciencias Ocultas, porque resumen el conocimiento místico adquirido en la vida cotidiana y el poder de la fe de las personas sensibles e intuitivas. En ellos se basan estas fórmulas extraídas de la historia oriental.

Velo ahuyentador

La tradición de usar velo, más allá de significados culturales y religiosos de la cultura árabe y musulmana, tiene sus orígenes remotos en los beduinos, pueblos nómades que se trasladaban por el desierto africano, acampando en carpas y soportando largos viajes en medio de tormentas de arena. Estos pueblos no sólo usaban las túnicas y velos para protegerse de las inclemencias climáticas, sol y polvo, también del acecho de los “genios malo”s del desierto que podían surgir de la nada a su paso.

Cuando sienta que las circunstancias de su vida están volviéndose adversas o teme por alguna amenaza puntual de su entorno, consiga una tela traslúcida para velos de 1,50 x 2 metros, color celeste o verde. Cosa el dobladillo y coloque dentro de éste papelitos con palabras que representen las negatividades que desea ahuyentar de su vida (miseria, miedo, desamor, fracaso, enfermedad, pesimismo, etc.). En el altar, delante de una vela blanca encendida, tome el velo por los extremos más distantes, con el dedo pulgar y el mayor de cada mano. Mire a través de él la luz de la vela y concéntrese en ella durante unos minutos, diciendo: “Luz del desierto, que alumbras y quemas, despeja mi ruta de amenazas y penas”. A continuación, apártese del fuego, colóquese cerca de una ventana o lugar donde circule aire y sacuda con vitalidad el velo, haciéndolo girar alrededor de su cuerpo y pronuncie: “Aire que soplas con fuerza, aleja de mí los huracanes de viento, lleva lejos los genios malos del desierto”. Finalmente envuélvase en el velo y diga: “Sea este velo mi protección divina”.

Clavo de olor contra estados bajos

Hay un adagio indonés que dice: “es muy posible que la nuez moscada evoque el olor del mar, pero con los clavos de olor uno puede verlo”. El árbol del clavo con unas hojas verdes y fragantes es originario de las Molucas, en el archipiélago de Indonesia, donde florece esplendoroso. La gente de las Molucas, o Islas de las especias, le atribuyen poderes medicinales y místicos, por ejemplo, plantaban un clavo de especia para celebrar el nacimiento de cada niño. Si el árbol florecía, era un buen presagio para el recién nacido, a quien se ponía un collar de clavos como protección contra los malos espíritus y las enfermedades. Los médicos chinos valoraron también las virtudes medicinales de esta especia en época tan temprana como el año 3 antes de Cristo. Los dignatarios que visitaban al emperador estaban obligados a refrescarse el aliento chupando clavo; actualmente, una sustancia llamada eugenol, que se extrae del aceite de clavo, se elaboraran dentífrico y colutorios. Asociado a la limpieza de lo negativo, se lo usa en rituales con esta finalidad. Tenga siempre a mano un frasco de vidrio con clavos de olor. Cuando quiera erradicar de su mente y de su conversación pensamientos pesimistas y catastróficos, tome un clavo de olor, muélalo y disuelva en un vaso con agua tibia. Realice tres buches con esta mezcla. Proceda así: tome un sorbo, haga un buche y escupa el líquido, diciendo: “Fuera de mi cuerpo, mi lengua, mi mente y mi alma, estos malos pensamientos, prospere en mi ser la pureza de los espíritus del clavo”. Repita tres veces.

Alejar espíritus hambrientos

Hay entidades maléficas que se dedican a empobrecer a las personas y su entorno, atrayendo infortunios económicos, obstáculos laborales, penurias materiales. La cultura china es rica en rituales que atraen la prosperidad y defienden de espíritus ávidos de este tipo. El ritual del oro negro es uno de ellos, se celebra durante el Festival de mitad del año (Zhong Yuan Jie) que cae en el séptimo mes del año lunar chino, conocido como “el mes de los espíritus o las ánimas”. Los espíritus hambrientos son aquellos espíritus que murieron sin descendientes o que han sido abandonados por sus familiares, que no les ofrecen ningún sacrificio o piden por ellos, y los espíritus de aquellos que han muerto de muerte violenta o que nunca han podido recibir sepultura adecuadamente. Según la leyenda taoísta, las puertas del infierno se abren una vez al año para que estos espíritus puedan volver a la tierra, puesto que durante el año nadie se acuerda de ellos ni reciben ofrendas de dinero, comida o respeto.

Para calmarles, los vivos hacen ofrendas y sacrificios con incienso, comida y “dinero de los espíritus” (dinero falso que se supone que los muertos pueden usar en la otra vida), en los templos u otros lugares alejados de sus propias casas para evitar así la mala suerte.

La fiesta termina con una gran comida para los vivos y para los difuntos, espectáculos musicales o teatrales, seguidos de una subasta de “objetos de la buena suerte“. El objeto más codiciado en esta subasta es el “wu jin” u “oro negro”, que es en realidad un trozo de carbón envuelto en papel dorado que viene del altar del dios de la prosperidad Da Po Gong.

Si usted atraviesa por un mal momento financiero, cuelgue en el negocio o la casa un “oro negro”. Este amuleto mágico protegerá así la fortuna del propietario por todo un año y le traerá más oro, pero esta vez real. Al colgarlo realice este sencillo rito: queme incienso y pronuncie “Espíritus hambrientos de aquí no puedes comer, pero os ofrezco agua y comida, mientras mi riqueza cuidan y acrecientan”. Deje en un lugar escondido un cuenco con agua y un plato con frutas que renovará hasta que los problemas mitiguen.

Luces de buen augurio

Este ritual proviene de la India, y toma su idea del popular festival de las Lámparas o Diwali. La celebración de Diwali simboliza mucha cosas importantes: el triunfo del bien sobre el mal, de la luz sobre la oscuridad, la sabiduría sobre la ignorancia, la riqueza sobre la pobreza. El festival se extiende alrededor de una semana aunque el día más importante es el de la luna nueva. Las casas y los locales de trabajo se renuevan y decoran. Las entradas se adornan con hermosos motivos tradicionales de diseños Rangoli para recibir a Lakshmi, la diosa de la riqueza y la prosperidad. Es una ocasión también para ahuyentar a los espíritus malignos, aplacar su dolor y pedir la protección de los espíritus de luz, a quienes se los atrae con lámparas colocadas en las ventanas de las casas. Si desea renovar las energías de la casa y la familia, favorecer la prosperidad y el éxito en los estudios y emprendimientos, proceda del siguiente modo: Limpie la casa y realice una defumación con incienso y mirra. Luego coloque candelabros con velas blancas nuevas en todas las aberturas de la casa que den al exterior. Llegada la medianoche encienda una a una las velas y déjelas hasta que se consuman. Por favor, tome todos los recaudos para evitar incendios. Refuerce el efecto del fuego haciendo sonar una campanilla en cada ventana y puerta. Su casa quedará cargada de luminosidad y vibración puras que alejarán a los espíritus maléficos.

Otros repelentes de espíritus malignos

- Cuelgue de lado externo de la puerta de calle, un espejo pa kua.

- En la tradición sintoísta, se rodea el altar con una soga protectora, puede hacer lo mismo con el suyo.

- Cuelgue en las ventanas de la casa tablillas de madera talladas con símbolos chinos ahuyentadores de negatividad.

- Coloque en las esquinas de la casa montículos de piedras blancas.

- Unte, como lo hacían los beduinos, la puerta de entrada con betún o cera.

- Al modo egipcio, maquille sus ojos con tinta negra kohl para repeler la ojeada.

- Ate un hilo de seda rojo al dedo índice de la mano izquierda de quien se desea proteger.

- La costumbre árabe de morderse instintivamente las puntas de los dedos tiene por objeto hacer huir a cualquier demonio que pudiera haberse introducido en el cuerpo.

- No debe tampoco pisarse la sombra para evitar que genios hostiles se instalen en el cuerpo.

- En el plexo solar existe un chacra que capta energía del Sol y la distribuye para los otros chacras del organismo. Por ese mismo punto de entrada de energía las entidades nos pueden retirar la energía vital. Colocando la mano izquierda sobre el plexo solar podemos evitar eso.

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