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Reinaldo dos Santos: Hablemos de "fama" (Fragmento del libro "El arte de vivir")

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Remitiéndonos a la acepción de la palabra, podremos concluir que existen muchos caminos para obtener la admiración de una comunidad, un país o del mundo entero.


Durante  siglos el hombre ha querido ser distinguido con la admiración de los demás por cualquiera de sus cualidades: inteligencia, belleza, capacidades artísticas, laborales o simplemente por su ingenio.

Pero que es lo que hace que un individuo sea famoso o reconocido, por qué unos cuantos alcanzan cierto grado de notoriedad. La respuesta es simple, la fama se alcanza cuando el ser humano consigue ubicarse entre lo común y lo único, lo ordinario y lo extraordinario. Lo que permitirá alcanzar cierto grado de embelesamiento -que créanlo o no-, muchas personas quisieran experimentar.


Qué les parece si vamos por partes. Empezaremos clarificando el origen de la palabra fama y su significado. Fama (proviene del lat. "fama"; "Adquirir, Ganar, Dar, Poner, Disfrutar, Llevar, Tener, Extender, Menoscabar, Ensuciar") f. Hecho de que una persona o una cosa sean conocidas por mucha gente y en muchos sitios y de que se hable mucho de ellas con admiración, estimación o censura, o atribuyéndoles alguna cualidad.

Remitiéndonos a la acepción de la palabra, podremos concluir que existen muchos caminos para obtener la admiración de una comunidad, un país o del mundo entero.

De hecho, si nos remitimos a los griegos, ellos estudiaron a fondo el tema y realizaron una clasificación muy particular de lo que significa la fama. Utilizaron tres categorías para definir la palabra fama: La primera la denominaron kydoso maná, que se gana por haber  alcanzado el éxito en alguna empresa; kleos, mérito que no es del hombre sino de su trabajo o esfuerzo y que convierte ese trabajo en algo que merece ser narrado; y por último el time, es decir, el honor o el estatus que hace a un hombre diferente de los demás. Así pues los griegos pensaban que la fama llega a quien posee cualquiera de estas condiciones.

La categorización griega de la fama no sólo nos muestra modelos de notoriedad sino que además nos permite entender la forma como se percibía y se aplicaba ese concepto en determinadas épocas.

De esta manera entendemos que existen personas admiradas por sus actos o por su jerarquía. En tiempos antiguos un brujo o chamán del pueblo caía en este rubro ya que por su conocimiento y la actividad realizada obtenía cierto nivel jerárquico que lo facultaba para gozar de fama dentro de su comunidad.

Hubo quienes alcanzaron notoriedad por sus triunfos bélicos, por ser valientes y osados, como un Alejandro Magno, Napoleón, etc., sin embargo existen otros gladiadores que se hicieron merecedores a cierta popularidad por sus triunfos en las batallas que emprendieron, la cual con el paso del tiempo resultó efímera y hoy en día nadie los recuerda o puede dar cuenta de su hazañas.

Existen otros que gracias a un esfuerzo inusitado lograron ser el centro de todas las miradas y se convirtieron en un ejemplo a seguir, aquí podemos citar a Benito Juárez, ex presidente de México y que se le conoce como el Benemérito de la Américas.  Hombre de origen humilde, que en su niñez cuidó borregos y conoció la peor de las miserias y pese a todas las hostilidades logró anteponerse y aprovechar las oportunidades que le brindó la vida para alcanzar fama, dinero,  poder  y la tan anhelada inmortalidad.

Otro caso digno de comentar es el de Albert Einstein, quien no habló sino hasta los 4 años de edad, fue expulsado de las escuelas en las que estuvo inscrito por problemas de indisciplina y aprendizaje; fue siempre un niño aislado; no le gustaba convivir con los demás; y a pesar de todo obtuvo el premio Nobel de Física y nos heredó la teoría de la relatividad.  Su fama lo llevo a la inmortalidad, es otro de los afortunados que logró su lugar en la historia gracias a su conocimiento y a sus ideas. Al igual que el ejemplo anterior, Einstein obtuvo fama, dinero poder y perennidad.

Pero existen cientos de personas famosas, que logran prestigio profesional entre su comunidad y a pesar de ello no obtienen su pase a la inmortalidad o por lo menos ascender al siguiente escalón de la pirámide. Su popularidad se reduce a un círculo muy cerrado que difícilmente se ampliará.

Luego de lo anterior podemos concluir que la fama está conectada con la parte más alta de nuestra pirámide y es justamente ahí donde  surgen algunas interrogantes. ¿Cuál es entonces el secreto para que algunos logren su pase directo a la inmortalidad?, ¿Por qué a pesar de que la fama tiene la peculiaridad de impulsar a quien la posee hacia la eternidad no promueve a todos los que reviste hacia ese tan anhelado lugar?

Podemos decir entonces que la fama también tiene que ver con el carisma y no sólo con las habilidades o actitudes extraordinarias que posea una persona o quizá,  se necesite sólo de un golpe de suerte que no es otra cosa que un trabajo constante hacia la popularidad.

¿Se puede alcanzar la fama con el puro carisma? o ¿se trata tan sólo de explotar las habilidades con las que fuimos dotados?, tal vez sea una combinación de ambas características  o a lo mejor de ninguna.

Las respuestas a las preguntas anteriores pueden ser disconformes, lo único que al final de cuentas debe quedar perfectamente claro, es el hecho de  entender que una vez que se alcance cierta notoriedad deberá buscarse la forma de administrarla, de dirigirla, para evitar que se esfume y con ello cualquier  posibilidad de capitalizarla.

Como dijimos antes, la fama uno comienza a buscarla casi por instinto, por casualidad. Desde la infancia sin conocer grandes tratados filosóficos o la teoría más socorrida sobre inmortalidad, los niños comienzan a manifestar sus dotes en materia deportiva e incluso en varias aéreas de las Bellas Artes.

Eso ocurre por una influencia directa de los padres aunque debemos de reconocer que no siempre es así, ya que existen muchísimos casos en los que los progenitores o tutores nada tienen que ver con los talentos que desarrollan los infantes Y más bien tratan de coartar los talentos naturales de sus hijos y tratan de hacer con que sus hijos sean copias de ellos y no entienden que los hijos son diferentes de uno, pero la necesidad que tenemos de ser inmortales nos lleva a creer que nuestros hijos somos nosotros pero en chiquito y no paramos para pensar que los niños no son una copia nuestra y que son individuos únicos y diferentes a nosotros, o sea "este niño no eres tú" sólo vino a este mundo a través de ti y tendrá un futuro totalmente distinto al tuyo.

Aunque también se registran situaciones en que niños y niñas buscan ser los más populares de su escuela o barrio; mientras otros que son  más tímidos buscan sustituir la fama por el conocimiento.

De esta forma se inmiscuyen totalmente en la sabiduría que dan los libros, creyendo que de esa manera podrán alcanzar el reconocimiento público, nada más alejado de la realidad.

Como hemos explicado con anterioridad. La fama que lleva a la inmortalidad es la que uno mismo promueve, a través de las propias ideas,  porque de lo contrario nadie se dará cuenta de lo que sabemos y de cómo pueden nuestros conocimientos ayudar a otros si nosotros mismos no la divulgamos y sin duda una cosa conlleva a otra, pero, ¿cómo la vamos a dar a conocer si nadie sabe nada de nosotros? No tenemos la mínima popularidad que invite a los demás a escucharnos, a prestarnos un poco de atención.

No cabe duda que la naturaleza es sabia, cuando una gallina pone un huevo lo cacarea, de lo contrario nadie se dará cuenta de ese hecho. Ese es el ejemplo que debemos seguir si en realidad estamos interesados en trascender, porque a nadie le interesa nuestra vida tanto como a nosotros mismos. Hay que mostrar lo que somos y lo que sabemos hacer.

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