Luces y sombras de los signos del zodíaco
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Los miedos típicos de Aries, la rigidez de los taurinos, los
recuerdos del pasado que complican a los de Cáncer... Te contamos cuál
es el punto débil de cada signo y te damos pistas para trabajarlo
emocionalmente y recuperar lo mejor de vos.
La
Astrología es una herramienta de desarrollo personal que nos ayuda
comprender nuestros problemas. En ese ámbito de trabajo (de plomería
emocional) es importante aprovechar la capacidad simbólica y arquetípica
que el mapa natal posee para desentrañar los problemas cotidianos de
cada uno y que se muestran con toda su crudeza cuando estamos en crisis.
Al
exponer los puntos ciegos o sombras existenciales que tienden a padecer
los diversos signos, tenemos una pista aproximada de por dónde puede ir
el trabajo profundo de la persona de ese signo aunque a menudo se
necesite, previamente, tiempo y paciencia para irse quitando los muchos
velos con que solemos tapar aquello que no tenemos resuelto.
Es conveniente recordar la importancia del signo ascendente y del signo donde se encuentra la Luna (junto con los demás elementos de la Carta Natal)
que en muchos casos oscurecen la conciencia solar en el carácter de la
persona. Cuando es así puede afirmarse que existen bloqueos notables ya
que es la energía solar la fuente de las demás energías. Tener
conciencia del propio Sol
es el camino de integración de la Carta. Quedarse pegado al Ascendente o
la Luna -por ejemplo- es quedar atrapado en las expectativas del mundo
(como nos vemos los demás) o en las de mamá (el mandato emocional).
A continuación, una síntesis de los elementos más oscuros de cada signo y pistas para comenzar a trabajarlos.
-Aries es un signo al que antes o después le toca resolver en su vida cotidiana el problema del miedo.
Existen muchos disfraces con los que Aries tiende a tapar este tema. El
temor, de fondo, es el miedo al propio sentimiento de miedo que puede
herir gravemente su autoestima, su esfuerzo por crear y mantener un ego
fuerte ante el mundo y ante los demás. Así vemos que
muchos Aries se vuelven temerarios como forma de tapar su miedo al
miedo; otros adquieren una excesiva actitud competitiva buscando retos
que vencer, lo que tiene mucho que ver con su miedo al fracaso; también
hay miedo a la acción consciente, reflexiva, que les
permita decidir teniendo en cuenta las limitaciones de su energía, las
consecuencias y responsabilidades (a veces dolorosas) de su actitud
irreflexiva. Aries tiende a tapar este miedo con prisa, saltándole por
encima, ya sea invadiendo al otro, acelerando el ritmo natural de los
acontecimientos o buscando directamente la acción como espacio de
reflexión.
Aprender
quietud y reposo para valorar sus propias limitaciones y temores es
algo que Aries necesita aunque antes tiene que aprender a desmontar el
más seductor de sus juegos: su narcisismo juvenil y espontáneo al que
tanto cuesta madurar y con el que tan autoindulgente es él y quienes
seduce. Por lo tanto, la temeridad, la acción irreflexiva, los arranques
agresivos hacia los otros cuando le hieren en su narcisismo, estos
temas suelen ser parte esencial del punto ciego del arquetipo Aries.
-A Tauro le duele el problema de la rigidez,
de la incapacidad para expresar oportunamente la energía emocional.
Esta energía masculina, según su ritmo e intensidad y el modo de empleo e
integración emocional, da lugar a los sentimientos de ira, terquedad,
ambición, deseo, posesión y compasión. Si lo pensamos un poco, no es
posible integrar esta energía visceral sin desestructurar (en mayor o
menor grado) la imagen estable y previsible que ofrecemos a los demás y
que cumple sus expectativas en la relación a costa de lugares de
autoafirmación valiosa. De esta manera, los bloqueos caracterológicos de
Tauro tienen que ver con su tendencia natural de fijar y contener
procesos emocionales relacionados con la posesión y la
auto-preservación. Cuando esta energía exige ser expresada sin
paliativos hacia el mundo, Tauro se embota y sufre de resentimiento -ira
y rabia contenidas- descargado con sus cíclicos ataques de violencia;
sufre de posesividad y codicia -ambición frustrada-; sufre de celos
(deseo inadecuadamente expresado) y sufre, en suma, de auto-agresividad
lo que a menudo trata de contener con mecanismos de obsesivo control
dirigidos tanto hacia el mundo como hacia su propia emocionalidad
interna. A Tauro, sin duda, le cuesta muchísimo pedir ayuda desde su
necesidad, desde su carencia. Pero esa es su tarea consigo mismo.
-A Géminis la crisis suele llegarle cuando se le agotan los devaneos mentales
y ya no le calma los vacíos su actividad favorita de coleccionador de
datos. Así logra la estima ajena a costa de perder la propia
extraviándose sentimentalmente en la mirada de los demás, en el síndrome
terrible de los espejos. Cuando a Géminis le llega el momento de
comprometerse con sus propios sentimientos entra en crisis puesto que se
ha quedado anclado en los datos, nombres e ideas de las emociones y
precisa, entonces, atravesar el desierto de su propia inmadurez
adolescente lo que a menudo lo lleva, previamente, a extremos de
actividad seductora o de inactividad depresiva antes de aceptar su
propia torpeza sentimental desde donde aprender la necesaria
irracionalidad de lo pasional.
Descubrir
la parte falsa de su seducción y recuperar el sentido global de sus
acciones, en base a una ética superior, es el trabajo más difícil para
Géminis que deberá aprender cómo a veces la vida es aburrida y apenas
pasa nada que haya que codificar. Géminis necesita poner a descansar sus
reflejos mentales de concursante que todo lo sabe para así disfrutar
del silencio y ternura de su corazón. Antes o después se dará cuenta de
cómo tapa ese silencio con su discurso mental, con su dialéctica
pendular que le impide escuchar las demandas de su alma.
-Cáncer es un signo que sufre de pasado.
Su presente está teñido de recuerdos que a menudo no lo enriquecen sino
que lo apoltronan. De ahí la fama de Cáncer con relación a sus cambios
de humor, a su hipersensibilidad bastante susceptible ante lo nuevo,
presente o futuro. Lo que le pasa en el presente, lo que le hacemos o
decimos, se asocia en él con situaciones pasadas y reacciona según
digiera ese cóctel. No es extraño pues que su estómago lo note tanto. El
punto ciego de Cáncer se asocia con su necesidad de pertenencia a lo
que le rodea, (familia, amigos, amores) y con su dificultad para
entregarse a la experiencia de la realidad presente. El problema de
Cáncer es que esa experiencia viva del aquí ahora la está filtrando con
sensaciones y emociones introyectadas de su pasado que están, por tanto,
coloreando la relación con tonos emocionales inexistentes para las
demás personas.
Con
Cáncer hay que trabajar sus introyecciones, sobre todo, aquellas que
tienen que ver con la nutrición emocional y ayudarle a darse cuenta de
su tendencia a percibir la realidad presente mediante el filtro de su
emocionalidad pasada, permanentemente actualizada por un culto sublimado
del recuerdo afectivo, de la memoria de lo carencial. Podría decirse
que la hipersensibilidad y desconfianza de Cáncer se nutre de su
dificultad para entregarse a lo que está pasando sin filtrarlo
inevitablemente por el recuerdo emocional permanentemente presente. En
el fondo, todo el trabajo terapéutico de Cáncer busca hallar su sitio
personal frente a la madre o frente al padre si este fue la fuente
significativa de alimento emocional. Cuando Cáncer tiene este tema
cerrado cambia absolutamente su relación con la realidad.
-A Leo se le atraganta el problema de su autoimagen
en el espejo del mundo. Es muy difícil estar a la altura de vuelo y de
las expectativas de Leo, incluso para él mismo. Generalmente, las crisis
le vienen por vía del fracaso tanto profesional como emocional. Podría
decirse que el Sol de Leo sólo entra en su sombra cuando los
acontecimientos profesionales y, sobre todo, emocionales le oscurecen lo
suficiente.
Suelen
necesitar situaciones críticas muy fuertes para recoger su propia
limitación y responsabilidad pues Leo es maestro en el arte de proyectar
sobre el mundo las razones de su tropiezo. Incluso cuando entra en el
dolor o en la depresión, Leo tiende a ser el más dolido o deprimido por
la necesidad de este arquetipo solar de ser el protagonista incluso en
su oscurecimiento doliente.
El
punto ciego esencial de este signo (como en los otros signos de fuego)
es su dificultad para quedarse quieto, en contacto con sus vacíos.
Siempre suele haber un exceso en la acción o en la quietud que impide a
Leo la autocontemplación consciente. El proceso de sanación
terapéutica de Leo es de los más complicados y a veces necesita pasar
por la depresión profunda o por la somatización severa. Un buen susto
es, a menudo, la única manera de parar el hipnotizador autoengaño. El
encontrar su centro creativo tranquiliza su corazón y lo hace más
presente, más de verdad en su vida cotidiana, sin necesidad de juegos
histriónicos que le falsean.
-Virgo siempre acaba topando con su temor al rechazo emocional
puesto que siente una enorme inseguridad para creer que se merece ser
correspondido sentimentalmente. El punto de conflicto le nace a Virgo de
su propio centramiento en lo mental que le lleva a codificar su
realidad vivencial en función de ser útil para el entorno con el que se
relaciona, tanto profesional como emocionalmente. Cuando el sentimiento
irracional o instintivo inunda los agudos mapas vivénciales de Virgo
este se bloquea en el mecanismo de la retroflexión analítica y se traga
su emoción, sus necesidades nutricias, a menudo, desde una actitud de
estoica resignación activa y ocurrente.
Ponerse
al alcance del sentimiento puro y duro lleva a Virgo a tocar su
necesidad insatisfecha y la dificultad que tiene para pedir desde el
miedo a no merecer. La rabia por la carencia afectiva Virgo la deriva en
un sentido de culpa y trastornos intestinales para su asimilación. Para
ello ha de parar su radar intelectivo tan orientado hacia la
comprensión mental y dejarse estar en el silencio de su soledad, no para
sino para percibirse en su totalidad. Admitir la torpeza intelectiva
que suele acompañar este descubrimiento holístico es duro para Virgo.
Sin embargo, con este conocimiento de sí mismo puede llevar adelante,
con mayor felicidad, su útil destino solidario entre quienes le
necesitan cotidianamente.
-A Libra le atrapa la cárcel de las formas,
del diseño ético-estético que con el pensamiento hace de la vida
corporal, emocional y sobre todo instintiva. Hay una necesidad natural
en Libra que le lleva a buscar la integración antes de vivir
completamente la necesaria polarización emocional de la realidad. Libra
es una experta energía que pone vendas en las futuras heridas de la
agresividad y sin antes proceder a su dolorosa curación a veces
precisada de sutura y desinfección. A un Sol en Libra hay que aflojarle
el nudo mental con el que ata el dolor y la rabia de su corazón y
mostrarle, suave y tenazmente, el camino del cuerpo, del músculo que
descarga físicamente su contención emocional. Aunque practica para sí
mismo la deflexión intelectiva, como buen signo de Aire su trabajo de
crecimiento es salir de la influencia de la mirada de los demás sobre sí
mismo.
La
irritación que Libra puede producir nace de su tenaz negativa
diplomática a admitir la herida bajo la venda que, previsoramente,
coloca encima. A Libra le cuesta ver la coherencia implícita en
manifestar rabia y agresividad contra aquello que consciente o
inconscientemente nos ha herido. El trabajo consciente para defender el
propio sitio, ante la invasión ajena, puede dar a Libra una buena senda
para aprender a decidir desde sus necesidades.
-La cueva o refugio de Escorpio se teje como antídoto ante las viejas heridas
de su primigenia vulnerabilidad infantil. Estas heridas -con el tiempo-
quedan envueltas en un hipnótico y autohipnótico papel de regalo que
las hace brillar como focos de sutil y contundente energía psicológica y
emocional con la que el intenso Escorpio seduce o asusta a quienes le
tratan. La dificultad del Sol en Escorpio consiste en aceptar su
profunda, apasionada y compasiva sensibilidad, vulnerada, en su propia
fragilidad, por las primeras heridas de toda educación social y
familiar.
El
problema de esta aceptación es topar, en ese reencuentro, con la real
sensibilidad escorpiana donde se esconden los viejos resentimientos y
venganzas contenidas junto con su sentido profundo de la entrega y la
compasión. Sin embargo, suelen ser esas viejas deudas las que de vez en
cuando conducen a Escorpio al infierno plutoniano de la violencia
destructiva y autodestructiva.
La
mala fama de vengativo y duro, Escorpio se la gana en su necesidad
pulsional de vomitar, de vez en cuando, esos regalos envenenados que
lleva dentro. Necesita expulsarlos para limpiar su corazón amoroso de
los viejos rencores oxidados.
El
trabajo con Escorpio gira alrededor de la presencia y confianza
terapéuticas. Sólo si Escorpio se llega a fiar de quien le ayuda y
acompaña en su viaje interior se atreverá, en un doloroso y difícil
parto, a mostrar y mostrarse en su dolor, en su corazón herido. Sin duda
su profunda capacidad de conciencia hará el resto.
-Sagitario entra en crisis por sus propios abismos internos
tras agotarse y agotar todos los viajes exteriores por los más exóticos
y lejanos abismos naturales, espirituales o deportivos. Cuando en su
cansancio le toca la desesperanza existencial, Sagitario descubre su
dificultad para comprometerse con la vida cotidiana y dejar de correr.
Descubre
su temor al dolor, al sufrimiento, a la soledad cuando ya no le quedan
creencias que perseguir para tranquilizarse o lugares y personas donde
escaparse; es entonces cuando entra en crisis, a menudo crueles y
destructivas si no están contenidas por un disciplinado trabajo de
conciencia personal.
Es
muy duro el aterrizaje de Sagitario en la realidad cotidiana de sus
dudas, de sus miedos vivénciales. Pero es cierto que tiene suerte aunque
le cuesta mucho tiempo y silencio aprender a aprovecharla.
Precisamente
esta sensación de suerte en los problemas, en los callejones sin
salida, que a menudo siente Sagitario, puede aumentar su desesperación
en momentos de crisis profundas, llevándole a buscar mágicos atajos por
los que escapar de su verdadera dificultad: permanecer en el presente
doloroso y desesperanzado hasta atravesarlo con paciencia y susto.
Sagitario
no necesita tanto ponerse en paz con su parte animal como aceptar el
susto que le produce el silencio de dios, el autismo de la vida ante su
demanda angustiada de sentido trascendental en lo cotidiano.
-El problema de fondo de Acuario es ese aire impasible y distante con que a menudo los nativos de este signo meten el dedo en el ojo sensible de los temores y las creencias de los demás. Dedo que, aunque envuelven en el guante sutil de la racionalidad más progresista y liberadora, adolece del respeto a la lágrima de la debilidad humana. La visión de los acuarianos asusta por su fría contundencia sonora aunque sea para anunciarnos buenas nuevas. Traerle al presente limitado y frustrante de su vida cotidiana donde el ideal solidario y libre naufraga en los platos para lavar o en los deseos monótonos de la pareja, ese es un trabajo nada fácil para un terapeuta que quiera acompañar a un Sol en Acuario en su viaje de regreso al aquí y ahora de su propia vida. El individualismo perfeccionista de Acuario le hace un gran elemento de evolución, de cambio y mejora, pero le niega la ternura para aceptar compasivamente lo que hay, disfrutando de ello sin expectativas idealizadas que enturbien la experiencia de la realidad. Es una contradicción muy arraigada en los Acuario aquella por la cual defienden los valores humanistas más progresistas con su cabeza y a la vez se muestran fríos y poco humanos, en lo más humano, en el corazón.
-Piscis es un signo paradójico y de difícil contacto con la realidad social que nos envuelve y limita. Simbólicamente, en él se diluye el Ego, y, por tanto, valores espirituales como la confluencia compasiva, el altruismo, el servicio a los demás y la falta de ambición material tienen en Piscis su lugar. La ausencia de estos valores en su vida cotidiana y la tristeza profunda que ello le provoca, hace que Piscis sea uno de los signos más habituales en todo tipo de terapias o actividades de crecimiento personal. También es cierto que muchos se extravían en las ciénagas del poder y la superstición y que fácilmente acaban en adicciones farmacológicas o emocionales que los hunden cíclicamente en etapas de honda depresión y soledad. Sea cual sea el extravío vivencial que sufre Piscis, estas etapas de profunda soledad le dan la oportunidad de tocar su fondo arquetípico desde donde poder entender su esencial actitud de servicio amoroso que palia el sufrimiento de las luchas del Ego mientras se forma y se transforma. Una vez que Piscis entiende esto le importa menos cristalizar su Ego social alrededor del mundo de la política, de la religión, de los desheredados o de la propia familia. La paz interior de Piscis está en aliviar las heridas de las guerras del Ego de esta cultura competitiva y cruel, aceptando esa realidad compasivamente. Cuando Piscis entiende esto desde su más profunda soledad, con ayuda terapéutica o sin ella, algo se encaja para siempre en el corazón de este signo. En general, a Piscis le resulta muy útil explicarle todo esto en el lenguaje simbólico que mejor entienda y acompañarlo en la travesía del desierto de su soledad, de su temor a sí mismo, a su propia trascendencia natural. Bien es verdad que el camino de Piscis a menudo no parece encontrarse en este mundo. Sin embargo, el desierto tiene sus propias sendas y cuando Piscis las encuentra ve crecer la hierba bajo sus cósmicos pies.
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