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Tarotista “la Pocha”, y “con la Pocha no se jode” , Las cartas no lo dijeron

Published by Buscador under on 4:23

Las cartas no lo dijeron

En el barrio le dicen “la Pocha”, y “con la Pocha no se jode”. A pocas cuadras de la estación de Laferrere, no hay un vecino que no conozca a la tarotista de la calle Sudamérica y, mucho menos, su temperamento. Casi treinta años atrás, aquella señora implacable y “de armas tomar”, como opinan sus conocidos, llegaba a la localidad bonaerense para comenzar a vivir su historia de amor con Fabián, el hombre que había podido penetrar su coraza de hierro. Rápidamente, la Pocha se hizo famosa por sus pronósticos con el tarot, y sus aciertos no tardaron en difundirse.

Ocho años después, con una clientela fija en el negocio de la futurología y la resaca de un amor lastimero que la condujo a una profunda depresión, la señora trans que había logrado el respeto de todo el vecindario, se enfrentaba a la decisión más difícil de su vida. Nunca antes habían fallado sus predicciones. Era la primera vez que las cartas no le pronosticaron lo que estaba a punto de suceder, por lo que la noticia de su maternidad llegó sin previo aviso. “Un día como cualquier otro, una clienta me propuso que me haga cargo de su hija recién nacida ya que, por motivos económicos, ella no la podía criar”, recuerda la Pocha, luego de definir ese momento como “el más importante”, luego de su transformación.

La tarotista aún no se recuperaba de la partida de Fabián y nunca había contemplado la posibilidad de ser madre, razón por la cual fue implacable en su negativa. Sin embargo, el peso de sus 38 años y la soledad en la que estaba inmersa desde su separación, fueron motivos de sobra para que, a los pocos días, trajera a la beba a su casa. “Yo no podía seguir triste y deprimida, pero tampoco quería implicarme en cuestiones legales. Dudé mucho en traer a la nena a casa, hasta que un día me harté de pensar e hice lo que tenía que hacer”, comenta la Pocha en conmemoración al día en que Yanina “cayó”.

La beba había llegado y la señora de la calle Sudamérica debía volver a enfrentar la vida con su fortaleza característica. En principio, tenía que darle un marco legal a toda la situación. “Sin dar muchas vueltas en el asunto, resolví que mi hermana fuera la tutora legal, para pasar por alto los quilombos judiciales que podría haber tenido si era yo quien reclamaba la custodia”.

Es así como la tía de Yanina fue quien se registró como madre ante la ley aunque en la práctica fue la Pocha la que se constituyó como tal y enfrentó con el cuerpo, la mente y el bolsillo las tareas de una verdadera mamá.

“Uno de los momentos más difíciles que pasé fue cuando tuve que internar a la nena a causa de una bronqueolitis que casi la mata. Fueron 30 días en los que estuve en el hospital con ella.”

Con un nuevo integrante en la casa, las adversidades económicas no tardaron en aparecer y el tarot no fue suficiente para cubrir las necesidades de Yanina, a pesar de la numerosa clientela y las sorprendentes predicciones de la Pocha.

El respeto y la buena voluntad del barrio tampoco alcanzaban para afrontar la crisis, ni para callar las demandas. “Fue muy duro no saber cómo hacer para darle de comer a la nena, así que no lo pensé mucho y volví a la prostitución.

Trabajaba todos los días en Pompeya hasta a las 24, mientras una vecina cuidaba de mi hija; así pudimos salir a flote y, con el tiempo, dejé la calle y volví al tarot”, dice con la frente bien alta la Pocha a sus 60 años, en un presente que la consagró como “la señora de las cartas”, según sus vecinos.

Y así, con un remo en cada mano, alimentó a Yanina durante toda su vida, la cuidó, la protegió y le brindó su hombro mágico cuando más lo necesitaba; con la inexperiencia de una madre primeriza, consoló el llanto de una niña indefensa, la vio crecer y convertirse en una mujer.

“Ahora es ella quien me contiene en los momentos difíciles, como cuando perdí a mis padres y me peleé con mi hermana por intereses en los que no me quiero meter.

Ya no existe mi familia y Yanina es todo lo que tengo”, confiesa Pocha.

Desde la ventana de la cocina, se oye una voz que a la tarotista le resulta familiar.

Es Yanina que acaba de llegar de la parrilla donde trabaja a pocas cuadras de su casa.

A sus 22 años, a la joven aún no se le conoció ningún novio y Pocha asegura que en caso de tener uno, “la nena” ya se lo hubiese dicho.



De todas maneras, sus aires de señora chapada a la antigua impiden inocentemente que pueda ver a su hija como una mujer y darse cuenta cuánto creció.

“Aunque hasta ahora no lo hice, creo que es mi deber aconsejar y acompañar a mi hija en esta nueva etapa, donde va a tener nuevas amistades y conocer a otros chicos.

Es mi responsabilidad cuidarla y voy a hacer lo que sea para que nunca la pase mal, ni nadie se atreva a hacerle daño”, asegura desafiante la tarotista. La rigidez en su cara lo demuestra fehacientemente: “Con la Pocha no se jode”, y mucho menos con Yanina.

1 comentarios :

Jesus Mujica dijo... @ 6 de enero de 2010, 0:36

el post me parecio interesante porque es un gran ejemplo de vida

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