El auténtico valor de la vela y el jabón
Published by Buscador under Poder velas on 14:32
«Lo importante de este taller no es la producción que se consigue, sino las habilidades sociales y manuales que adquieren los usuarios que participan». Así explica sor Alicia Lourido el auténtico valor del centro ocupacional de San Vicente de Paúl, en Lugo. De lunes a viernes, 25 personas con distintos niveles de discapacidad intelectual ejercitan en él sus aptitudes «para que el deterioro [físico y cognitivo] sea más lento».
Para el público fabrican piezas de cerámica, velas, jabones y bolsas de papel por encargo. Pero los beneficios que logran a título individual van mucho más allá. «Que se desplacen al centro de Camiño de Romai cada día, que se cambien de ropa y la cuelguen en el colgador del vestuario, que se pongan el uniforme... ya es todo un aprendizaje para ellos», reflexiona sor Alicia, miembro de la congregación Hijas de la Caridad y coordinadora del obradoiro desde hace un año.
Para el pedagogo del centro, Alberto López, el taller «los ayuda a sentirse válidos, a sentir que tienen un trabajo como el resto». Incluso tienen «una asignación simbólica», aunque en algunos casos no es monetaria. «El valor del dinero no es el mismo que para nosotros. A muchos les motivan más otras cosas, como algún adorno», indicó. «Están satisfechos, ven que hacen algo que da sus frutos porque se vende y les decimos que es el paso previo a un empleo ordinario». De hecho, dos personas que pasaron por el centro están trabajando en empresas convencionales: la ITV y Calfensa.
Ni podían estudiar ni trabajar
De otra manera, el futuro para estas personas, con oligofrenia o síndrome de Down, entre otras patologías, habría sido bastante más gris. «La mayoría es gente que acude a la escuela ordinaria y al acabar no sabe qué hacer. De cara al mundo laboral no están preparados, ni física ni mentalmente, y para seguir estudiando tienen muchas dificultades. Entonces, surge el dilema, ¿a dónde dan el salto? [...] Antes de acudir al taller muchos estaban en casa sin hacer nada», relató López.
Por esta razón, la oportunidad de tomar parte en la actividad ocupacional cambió radicalmente el ritmo de vida de los usuarios. Ahora salen a diario de casa -20 residen en el centro asistencial de San Vicente de Paúl, que dirige la congregación Hijas de la Caridad en la rúa da Luz, y 5 viven con familiares-, tienen una ocupación, van de excursión y de compras, salen a tomar un café... Las fotografías y los dibujos les ayudan a interiorizar rutinas y hábitos como poner la mesa, lavar los dientes o servir la comida. «Jugamos con lo visual en todo», subraya sor Alicia.
En el comedor y en el baño
En el comedor, los usuarios reconocen sus servilletas porque cada uno tiene su foto en ella. Otro tanto ocurre en el cuarto de baño con el cepillo y la crema de dientes. Nadie come hasta que se han servido todos. «Se les anima a hablar entre ellos, bajito [...]; queremos que mastiquen la comida, que la saboreen, que diferencien el primer plato del segundo; eso les ayuda a reducir la ansiedad que tienen muchos a la hora de comer», afirmó la religiosa.
La motivación es fundamental. «Todo el mundo tiene dentro mucho más de lo que pensamos. Les insisto mucho que no somos niños, sino adultos. Con una limitación, pero capaces de hacer muchas cosas aunque nos lleve algo más de tiempo», indicó. «Pongo el listón alto porque cuanto más se pone más se crecen y más sorprenden».
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